Nuestra generación, al igual que todas las de los años 60´s en la Universidad de Sinaloa, ha sido una que se forjó en la cultura del esfuerzo, en el compromiso, en el afán de superación. Fue muy sensible a los fenómenos sociales.
En esos tiempos, la Universidad se componía en su mayoría, por estudiantes de clase baja y media. Estudiantes de escasos recursos, pero con un gran espíritu de superación. Jóvenes que procedían igual de los ejidos, que de los campos pesqueros de los diferentes rincones de Sinaloa e interactuaban por igual con los de las ciudades.
Pero, todos con un objetivo común: Superarse, ser el orgullo de su familia y convertirse en profesionales útiles a la sociedad.
La competencia por las mejores notas, por los mejores trabajos, era pues el acicate; el motor que movía el interés del estudiante. Era en esencia, el estudiar para aprender, no para pasar de grado.
Exentar un examen con 9 de promedio y 90% de asistencia, en nuestra escuela, era el mayor premio que uno podía aspirar; pero mas importante que eso, era también el reconocimiento del grupo al esfuerzo individual de cada quien.
Eran los años 60´s. Los de Los Beattles, los de la liberación femenina, la píldora, los hippies y la minifalda. Era si, la incorporación de los “Baby Boomers” los que nacimos después de la II guerra, a la educación superior.
Eran los años 60´s en los que nuestra generación fue testigo de grandes acontecimientos que cambiaron al mundo; vimos descender el hombre en la luna; padecimos la guerra fría entre oriente y occidente; vimos triunfar la revolución cubana; admirábamos al Che Guevara, pero también al “Granito de Oro” Rafael Buelna y a Emiliano Zapata. Supimos del asesinato de Kennedy, de Luther King; de las atrocidades de la guerra de Vietnam y veíamos venir un acontecimiento que cambiaria posteriormente nuestras vidas. La llegada incipiente de la era digital con las primeras computadoras y las calculadoras electrónicas.
Que lejos estábamos de percibir siquiera el significado que esto tendría en el futuro. La Universidad fue de las primeras en adquirir equipo de cómputo. Maquinas que requerían de piso falso, temperatura controlada, equipo de perforación de tarjetas y discos duros que no podían tocarse con las manos.
La capacidad era asombrosa. 640 K de memoria. Digamos no más de lo que ahora tiene un reloj digital o una calculadora de bolsillo y 3 mil veces menos de lo que ahora tiene un celular de los blackberry.
Contadores y economistas, - no me dejara mentir el maestro Chanito, ni Pérez Montes - consumíamos largas horas registrando datos en blocks de papel con 36 columnas; realizando cálculos porcentuales, econométricos o financieros, con sumadoras y maquinas calculadoras mecánicas, que de repente ya nadie las quiso y se venden ahora como piezas de colección.
Los estudiantes de ingeniería de nuestra generación que se identificaban por traer la regla de calculo en la bolsa de la camisa, de repente ya no tenían de que presumir.
Aquellos que logramos sobrevivir la revolución tecnológica que trajo consigo la computadora personal, la era digital, apreciamos de verdad el gran esfuerzo de nuestros maestros para enseñarnos a comprender las complicadas entrañas metodologicas y matemáticas que nos ayudaran a resolver problemas.
Largas sesiones que por un error de procedimiento o de registro, terminaban siendo infructuosas.
Había un fundamento lógico que seguir, pero había que conocerlo y entenderlo. Esa era la esencia de la educación. Esa era la misión de los maestros. Fuimos pues una generación racional y lógica; no solo en el pensar, sino también en el actuar.
Como imaginar siquiera en esos años, que en el futuro próximo, con un solo click y en fracción de segundos, todo eso seria cosa del pasado. Ahora no sabemos como funciona, pero de una cosa si estamos seguros… Que no hay margen de error y es exacto.
Sin embargo, nuestra formación no solo fue lógica; fue de un alto contenido social. No escapo a los diferentes fenómenos, económicos, políticos y sociales que dominaban al mundo en nuestra época.
Jóvenes e inquietos en una Universidad que queríamos fuera libre, percibíamos un escenario en el que el mundo se debatía entre el comunismo y el capitalismo; entre países de oriente y occidente; pero había otros que llamaron del “tercer mundo”, que en el entorno del capitalismo, vieron de repente canceladas sus opciones; países que llegaron tarde a la revolución industrial o que ni siquiera se enteraron, y en los que las teorías emanadas del bloque comunista, recorrían el mundo y permeaban por tanto en las universidades libres.
La nuestra no era la excepción,… pero no era libre. Eran los tiempos en el que la guerra fría tenia al mundo pendiendo de un hilo ante la menor provocación. Las iniciativas de libertad, democracia, manifestación de ideas, eran en muchos países incluyendo el nuestro, reprimidas por la fuerza y castigadas con el delito de “disolución social”.
Nuevos vientos de democracia y libertad, originados en Francia, recorrían el mundo, en una época en que los golpes de estado tenían a muchos países de America Latina, gobernados por militares.
En México No. Pero un poderoso partido en el poder, que se preparaba para celebrar las olimpiadas del 68, tenía en la figura del presidente de la republica a alguien que pronto les daría muy buenos dividendos.
Nuestra escuela tenía una identidad de lucha hacia adentro y hacia afuera de la universidad, que pronto no seria tolerada.
Hacia adentro, el grupo fue muy solidario y muy unido. Tuvimos líderes muy combativos, como Fausto Burgueño y Gpe. Meza que lucharon por una verdadera autonomía universitaria, cuando el Doctor Julio Ibarra Urrea, entonces rector, pretendió cerrar la escuela de economía “por comunistas”.
Esta acción propicio que en 1966 iniciáramos un movimiento para tomar la universidad, defender la autonomía y la libre expresión de las ideas.
Con las manos, con piedras y palos, defendimos nuestra universidad. El movimiento terminaría, unas semanas después, con la caída el rector y el nombramiento del Lic. Rodolfo Monjaraz Buelna, que pudo conciliar, al menos durante su periodo, los intereses dentro de la universidad.
Así, nuestra generación, junto con otras que venían atrás, dio la lucha por una verdadera Autonomía Universitaria, por la libre manifestación de las ideas, que después se vio truncada con los trágicos sucesos del 2 de octubre de 1968.
Nuestros maestros y algunos de nuestros compañeros líderes de la generación, así como de otras escuelas, fueron perseguidos, algunos encarcelados y otros expulsados del estado. La Universidad quedó así, huérfana de líderes y guías, que serian sustituidos mas tarde por una nueva generación.
Si quisiera definir en pocos conceptos esta generación de economistas, diría que tuvo la virtud de haber renunciado muy temprano a la política y haberse alejado de las tentaciones del poder.
Ninguno de sus miembros decidió incursionar en actividades políticas partidistas. No porque no tuvieran capacidades o habilidades, - que atrás del poder las han demostrado, - sino porque quizá, nuestros guías, murieron también muy jóvenes.
Dejamos las aulas, en 1969, con una suficiente preparación académica y social que nos permitió incursionar en la academia; en el gobierno, en el sector privado, en la empresa, en la consultoría.
Nadie se arrepiente…
A 40 años de distancia, cada quien es responsable de su propio destino, pero como generación, estamos muy orgullos de lo que hicimos, de lo que fuimos, …de lo que somos, de lo que hacemos y de lo que pensamos.
Somos, en suma, lo que hemos querido ser.!!
Mario Robles.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario