de Santiago Flores Castro
Hace 40 años, quizá con menos calor que hoy, porque era otro el clima, festejamos la entrega de documentos por haber terminado los estudios de economía, en nuestra universidad de Sinaloa.
Los momentos que vivimos en esa ceremonia, fueron de algarabía, de orgullo para los padres y familiares por haber concluido el primer escalón del edificio profesional. A esta distancia de 40 años, estamos los 10 que egresamos, y digo que estamos, porque cada vez que hay oportunidad de platicar entre nosotros, invariablemente salta el recuerdo de Roiz y Burgueño, ambos ausentes pero presentes en nuestros corazones. Con ellos convivimos el importante tramo de la vida estudiantil, y después nos encontramos y convivimos muy de cerca en los senderos profesionales. La vida estudiantil transcurrió en el pasillo de la segunda planta, al lado oriente del viejo edificio rosalino, de lunes a domingo, los 5 años, en diferentes aulas pero en el mismo pasillo, con los maestros al pie del salón. La efervescencia estudiantil se dejo sentir y la vivimos, y pudimos brincar todos estos procesos sin descuidar los libros. No todos lo que egresamos nos quedamos en Sinaloa. Había que buscar las oportunidades dentro y fuera y fue así como algunos compañeros emigraron a la metrópoli. Burgueño gran parte de su vida profesional y laboral la construyo en la ciudad de México; Roiz se ocupo en organismos agrícolas y en la empresa privada aquí en Culiacán. Siempre ha prevalecido y se ha privilegiado la amistad y la estimación entre todos los miembros de esta generación. La coincidencia entre Burgueño y Roiz es que sus familias paternas radicaban en esta ciudad y en mi caso así como en la mayoría de mis compañeros, veníamos de distintos lugares de Sinaloa, por lo tanto se dieron la oportunidad de tendernos la mano y de hacernos sentir el calor familiar. Yo me siento emocionado al recordar escenas, al recordar momentos de convivencia fuera de los libros, que forjaron una amistad solida, inquebrantable, que se hizo añeja y que hoy, no nada mas un servidor sino la generación 64-69 coincide con mi siguiente aseveración: ¡los recordaremos siempre! La convivencia con mis compañeros idos siempre fue de acercamiento, de sincera amistad y de hermandad.
Y como no, si pudimos ser economistas, sentirnos orgullosos de la carrera y desenvolvernos profesionalmente en los campos de nuestras preferencias. Para Roiz y Burgueño les pido respetuosamente, un minuto de silencio para honrar sus memorias, y así expresarles el orgullo de ésta, su generación de economistas 64-69.
Gracias
Santiago Flores Castro
No hay comentarios:
Publicar un comentario