miércoles, 8 de julio de 2009

mensaje del remiso montiel

Remembranzas de un “remiso” en ocasión de los 40 años de egresados de la generación de economistas de la UAS.
Por José de Jesús Montiel Montoya
Estar aquí con ustedes esta mañana me hace evocar la famosa canción de Violeta Parra “Gracias a la vida”. Si doy gracias a la vida que me ha dado la oportunidad de haber convivido y continuar haciéndolo en estos momentos gratos, con esta generación de economistas sinaloenses que felizmente cumplen hoy 40 años de egresados, y de quienes guardo bellos recuerdos y experiencias gratas.
Tan generosa ha sido esta pléyade de colegas que nos han permitido agregarnos a ellos no solo en esta conmemoración, sino a lo largo de muchos años, unos añadidos en categoría de remisos, otros de adelantados y los demás simplemente como compañeros de viaje.
Por algo es la primera generación de la entonces Escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Sinaloa consolidada y que aún conserva su unidad. Este evento que hoy nos reúne lo demuestra.
Recuerdo los primeros encuentros con ustedes, la juventud, inquietud, rebeldía, los raquíticos presupuestos personales, la entrega al estudio, los días de parranda (erase una vez unos cartoncitos) y de serenatas (no podían faltar los boleros románticos: el andariego, tres regalos y más, acompañados con los acordes de la guitarra de Alberto Medina), las ocurrentes bromas (las sabrá hacer Luis Delgado), los inolvidables sobrenombres (tanto para alumnos como para maestros), algunos autoría al alimón de Santiago Flores y de Luis Delgado (que para eso se pintaban solos): bolochi, farita, áscaris, patito, cholo, popis, chuco, wali, indio, cabezón, chamorrín, patasgüangas, chapito laga, el dormido, el chiquitico, rabanito, etc.); la diversidad de orígenes, tanto sociales como geográficos (predominando los fortenses); La vorágine de los movimientos estudiantiles que a todos nos envolvieron (barricadas y cierres de escuelas de por medio). La calidad académica de la Escuela (maestros, alumnos y personal administrativo incluidos).
Como olvidar a los docentes importados por Ceceña (Los cubanos Chiquitico Vera y su esposa, que algo sabían de baile y el brasileño Joao Carneiro de Lima, quien decía que había piloteado aviones migs, etc.), que además de ser buenos maestros nos prodigaron, sus conocimientos y experiencias, así como una sincera amistad y un trato digno. Y a otros mentores como Eduardo Franco, Ángel Hidalgo Huelves, Javier Cervantes Quevedo, José Antonio Mendoza Zazueta, Alonso Leyva (que comiste ayer…), el expresivo y folclórico Raymundo Ríos Astorga (¿que mate cochi o que?) y Antonio Tenorio Adame, entre otros.
Relato algunos de los pasajes aquellos tiempos que aun perduran en mi memoria: las vicisitudes, vivencias, bromas y chistes que surgieron a la luz de la monografía que nos permitió recorrer la geografía sinaloense, con el objeto de cumplir con nuestro servicio social y que vista en retrospectiva representó la primera aproximación seria y académica de elaborar un diagnóstico socio-económico integral de Sinaloa.
Así, pues del “tomando datos” de Luis Delgado en Choix, al movimiento de las “Pilitas” portadas por un maestro en una mina. De los ojos de las Angostureñas vistos con la nobleza del amigo Morgán (protagonista de otras muchas aventuras, como cuando fue nuestro guía al cerro de las 7 gotas), hasta los noviazgos surgidos en ese trasiego, principalmente en El Fuerte y Guasave. Por cierto que derivado de ello Mario Haroldo Robles Escalante (¿Alguien sabe más que él de economía agrícola de exportación?) y el que habla terminamos casados (y a largo plazo como dijo Keynes). El apuro porcino de Everardo Aguilar Lomelí (el Bellayo), emulo del ánima de Sayula, en San Ignacio. Las confusiones de género en el hotel de Guamúchil con el amigo Pirrín, etc.
Otras remembranzas: Las reuniones festivo-políticas en casa de Fausto Burgueño (Con su paradoja: marxistas frente al seminario católico), y por supuesto las encantadoras interpretaciones musicales de las que nos hacía disfrutar el Bellayo Aguilar, como Paloma Negra y la Mujer Ladina). El viaje al mineral de Guadalupe los Reyes. Los viajes a reuniones políticas. El respeto y aprecio que nos prodigó el entonces Rector Rodolfo Monjaraz Buelna. Las botanas en casa del Dr. Mariano Carlón. Los encuentros deportivos de Basket-ball y de Beisbol.
La emoción de los mítines (Con la elocuencia de Andrés Cañas Martínez (QEPD) y Jorge Medina Viedas, el convencimiento y claridad de Fausto Burgueño Lomelí (permítanme decirles) (QEPD) y la siempre candente y emotiva oratoria de Rodolfo “Chichí” Rodríguez Melendrez (¡Que te han hecho granito de oro¡). Los temores ante los ataques y represalias de las que fuimos objeto los estudiantes rebeldes (y uno que otro maestro). La lucha por la Autonomía Universitaria, digna y valientemente encabezada, cuantas veces se ofrecía, por nuestra querida Escuela. Los apasionados e interminables debates políticos y académicos. Las pláticas en los pasillos.
Es indudable que el liderazgo conciliador de Manuel Inzunza Sainz (cuya prematura e injusta muerte nos cimbró a todos), la bondad y congruencia (además de belleza) de Silvia Millán Etchegaray (QEPD), la visión, rigor académico e inquebrantable apego a sus ideales de José Luis Ceceña Cervantes (doctorado post-mortem, falleció en su momento más productivo (QEPD), el ejemplo solidario de Héctor Rolando Guillén Elizalde (QEPD). En cuya clase de inglés concurríamos simultáneamente todos los egresados aquí presentes, circunstancia que propicio reforzar nuestros lazos de compañerismo) contribuyeron indiscutiblemente a irnos formando como profesionistas con alto perfil académico y notable sensibilidad social. De los que hacen falta más en estos tormentosos e inciertos días.
Recuerdo también el notable padrinazgo de Alonso Aguilar Monteverde (y sus reconocidos méritos académicos y humanistas) y la formal ceremonia de su graduación en el auditorio Ruperto L. Paliza del edificio central de la UAS. Con el natural nerviosismo (y elegancia) de los integrantes de la generación.
Por cierto en una ocasión, hace poco tiempo, alguno compañero comentaba que ninguno de nosotros se había “echado” a perder, refiriéndose a que no habíamos olvidado nuestros ideales de juventud y que pese a todo el mundo de corrupción que nos ahoga nos habíamos conservado como “Aves que cruzan el pantano y no se manchan “. Mi pantano es de esos, Carlos Monsivais Dixit.
Digno es mencionar que este compañerismo ha sobrevivido al tiempo, la distancia, las ideologías, las disímbolas ocupaciones (y preocupaciones) y los diversos avatares de la vida, y aunque en ocasiones no lo expresemos sabemos o intuimos que gozamos o sufrimos las contingencias que nos suceden a cada uno de nosotros, prevaleciendo siempre ese espíritu de amistad y solidaridad.
Unas de las más recientes hazañas: La convivencia en los viveros del estado fungiendo como anfitrión Arón Heredia. La segunda versión de la sublevación con el Plan de Guadalupe. En casa del más circunspecto empresario e integrante de la generación, Guillermo (Memo) Millán. Sin dejar de lado las últimas farras que tuvimos la oportunidad de disfrutar en casa de nuestro entrañable “flaco” Burgueño (cuyo deseo de ocupar la rectoría se ha cumplido de alguna manera a través de su primo).
Gracias a todos ustedes por la parte que les corresponde en el enriquecimiento que como ser humano he desarrollado a lo largo de mi ya no tan corta vida.
Con sinceridad ofrezco mis disculpas por si les he ocasionado algo que hayan considerado ofensivo o molesto de mi parte. También por no mencionar, en esta ocasión, muchas otras anécdotas, sucesos, compañeros y personajes en esta atiborrada, desordenada pero auténtica síntesis alusiva a esta generación y fauna de acompañamiento.
Pues bien reflexionando sobre lo arriba expresado término citando al laureado poeta Pablo Neruda: Confieso que he vivido.
Por último (expresión infaltable en los discursos de Fausto, más como muletilla que como cierre de discurso) deseo a todos ustedes salud, paz, tranquilidad y felicidad. Larga vida para todos. Gracias por su invitación y sapiencia (perdón quise decir paciencia, aunque aquella tampoco les falta).
Nota: Por si no se habían dado cuenta no menciono expresamente, por obvias razones, a los maestros merecidamente homenajeados en este acto. (El imbatible Genaro Arce y el previsor Donaciano Martínez).
Gracias.

Culiacán, Sinaloa a 4 de julio de 2009.

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